Las consecuencias de lo que vendrá (cuento)

Tomó la mano izquierda de la reina, la abrió con delicadeza y acercando sus labios susurró algo imperceptible. Cerró sus dedos y la guio hacia su vientre, allí le extendió la palma nuevamente apoyándola con suavidad. Tomó la mano derecha y repitió el procedimiento, salvo por el susurro que sonó distinto, finalmente colocó la mano sobre el vientre con las puntas de ambas muy cerca pero sin tocarse. Pidió a la reina que se arrodille. Allí la dejó y se fue.

El rey esperaba en la sala contigua. Al verla salir se le acerca.

-Deje que repose y al atardecer podrá visitarla.

-Gracias madre santa ¿ha visto algo?

-Lo de siempre, el futuro.

-¿Cuál es ese?

-La reina dará a luz a un niño y una niña, el conjuro está roto su vientre sano y su ánima fuerte.

-Gracias por esta noticia ha sido muy generosa en aceptar el largo viaje desde su morada.

-Lo he sido verdaderamente, abandonar mis montañas es como para ti abandonar a tu reina, así que recuerda ser igual de generoso como yo lo he sido.

-Lo seré madre, bendita sea.

-Adiós hijo

-Adiós santa madre

Un niño y una niña, el rey no podía creer su dicha. La ermitaña nunca fallaba, tenía conexión con las diosas, "oh diosas de la fertilidad gracias por bendecirnos".

A la tarde entró en la habitación. La reina estaba recostada con los ojos bien abiertos mirando las cortinas.

-Hemos sido agraciados por los dioses.

-¿Sí? ¿Por qué lo dices?

-Me lo dijo la ermitaña, vendrán dos herederos, un niño y una niña.

-Hace años que no lo logramos, tómalo con calma mi rey.

-Nunca se equivoca.

-Hasta el más sabio se equivoca.

-Entonces de qué sirven los sabios.

-De nada, lo mismo que un rey y una reina.

-Amargas son tus palabras por tantos años de desdicha, pero lo compensaré. Construiré un palacio en el valle, estará dividido en tres construcciones magníficas cada una con su cúpula. La central será la vuestra, al este la del príncipe y al oeste la de la princesa. Será vuestra casa de campo para disfrutar de los jardines y paseos por el valle.

-¿Y vos mi rey?

-Yo seré vuestro invitado, ya lo veréis será magnífico.

-Por qué no aguardar a estar seguros de que haya un niño en camino.

-He aguardado mucho tiempo y la santa madre nos dio su palabra.

-Pero no una fecha.

-Si se demoran mejor, podrán ver sus palacios terminados el día en que nazcan.

Comenzaron los preparativos, se eligió el terreno, el rey modificaba o aprobaba los planos de los arquitectos. Se cavaron las fosas donde asentar las sólidas bases necesarias para tamaña obra. Se llevaron toneladas de piedra desde las canteras del norte. Se tardaba tres días en carreta por el camino real hasta el valle, el esfuerzo era titánico, el rey no escatimó en gastos contrató a todos los pobladores de las cercanías, si tenían oficio mejor y si no a ayudar con la fuerza de trabajo. Eran tiempos prósperos para esos pueblos, el rey estaba pagando buenos salarios. Su alegría desbordaba, "esto es lo que el amor de un padre hace" pensaba, estaba lleno de energía, aunque por lo pronto ni signos de embarazo. Se hizo la ceremonia de la piedra fundacional, donde con pompas el rey y la reina arrojaron dos diminutas piedras que no podrían haber sostenido ni el nido de un ave, pero salve dios que gracias a éstos hay trabajo para toda la comarca, el pueblo ovacionó, los músicos sonaron las trompetas y redoblaron los tambores. Fueron días de fiesta.

Al año apenas se había avanzado en el palacio central y ningún indicio de embarazo.

-Quizás nos hemos apresurado amado rey

-Oh mi reina no pierdas la fe sólo ha pasado un año, hemos esperado más de cinco por la noticia que recibimos el anterior, que nuestras ansias no nos dominen, disfruta la espera, yo ya me siento padre.

-Pues yo no me siento madre y tu ser padre es sólo el cuento de una vieja solitaria.

Pasó otro año y otro más, el palacio central estaba concluido en sus tres salas inferiores, las habitaciones del piso superior apenas comenzadas, ningún indicio de la cúpula por el momento. Los palacios del príncipe y la princesa eran sólo planos.

-Mira mi reina tu palacio de campo está quedando bellísimo

-Es cierto pero ¿tendrá sentido tanto esfuerzo?, es que ¿algún día lo podremos disfrutar?

-Claro que sí ya verás, cuando lleguen los niños aquí seremos la familia más feliz de los doce reinos. Siéntelos ya están aquí.

Se toca el corazón y con la misma mano el vientre de la reina quien siente un pinchazo dentro y se retuerce.

-¿Ves mi reina? una señal

-Ojalá así sea

El pinchazo en la zona abdominal empezó a crecer paulatinamente, a los pocos meses de ese primer aviso el dolor se hizo insoportable, la reina ya no podía levantarse de su cama. El rey no puede creer semejante desgracia, está abatido, justo ahora que están en camino los herederos.

-No va a llegar ningún heredero

-No hables así, te recuperarás y volveremos a intentarlo.

-A pesar de tus intenciones es lo único que te importa, pero no habrá recuperación mi rey debes afrontarlo con entereza, estoy muriendo.

Por primera vez en varios años empieza a entender que no basta ser rey para que algo se materialice, por primera vez se siente débil.

-Oh mi rey ven, acuéstate conmigo.

El rey se deslizó dentro del lecho apoyando la mejilla en su pecho, ella lo tomó con ambas manos y empezó a cantar. "Oh mi rey ahora sí me siento un poco madre, siempre fuiste sólo un niño" pensó.

Al día siguiente la reina falleció. Se hicieron las conmemoraciones y en caravana desde el castillo hasta el nuevo palacio fue acompañada por toda la corte. La gente del pueblo seguía la procesión, nadie se perdía un evento social de tamaña magnitud, es que daba para charlas de aquí hasta el año próximo. Música, estandartes, los cortesanos y las cortesanas, los bellos carruajes, eso no se veía todos los días por los caminos.

Al palacio central todavía le faltaba la cúpula, pero cumplió con honores su tarea de sepulcro para la eternidad de la reina. Estaba atardeciendo, al oeste se puso el sol y por el este estaba alta la luna.