El sentido absoluto (filosofía)

12.05.2022

El sentido absoluto


Suelen llegar esos momentos de crisis en los que todo lo que hago, pienso, vivo, empieza a tornarse absurdo y parece ridículo seguir llevando a cabo la existencia de esa manera. El mágico y tan habitual punto en el que empiezo a experimentar la falta de sentido. Cuando se llega a esta encrucijada cada ser humano tiene sus propios mecanismos de reacción, algunos evaden la sensación y continúan, otros pegan timonazos y cambian rumbos en sus vidas, a veces drásticamente otras con cambios más sutiles, o en el peor de los casos algunos se hundan en una depresión. De seguro habrá más ejemplos y opciones.

Llegado este punto de pérdida total del sentido lo único que puede vislumbrarse como sentido es la libertad. ¿Cuál libertad? No hablo de una libertad total física, emocional y mental que nos permita realizar cualquier cosa (un perro no puede convertirse en gato, como un diente en lengua o una pelada en una cabellera abundante), pero sí la libertad de elegir dentro de nuestras propias condiciones un nuevo sentido y así poder continuar el juego con un nuevo sentido hasta que este vuelva a perderlo, para de ser venturosos encontrar otro y así continuar con esta bonita rueda. Es decir que esto puede ocurrir cientos de veces y siempre renovaremos el sentido en base a nuestras opciones, creando uno nuevo o reasimilando el que tambaleó. Todo esto con la crisis, el sufrimiento y la angustia que ese momento de sinsentido conlleva, ni hablar para quienes no logran reinventar su sentido, lo que lleva a un dolor y una depresión más intensa y duradera. Pero en esta encrucijada es donde se nos presenta una gran oportunidad. En este punto lo interesante es que quizás se pueda llegar a asimilar por completo esta falta de sentido sin necesidad de encontrarle sentido nuevo y se acepte vivir en el completo sinsentido, por ende la completa libertad, es decir la experiencia completa, libre y directa, por ende el sentido absoluto.

Entonces, siguiendo este camino el sentido absoluto sería la ausencia total de sentido. Quitar todo marco, todo preconcepto, todo concepto incluso, quitar todo sentido, y ahí, recién ahí vislumbrar la auténtica libertad, oh, tiene sentido. Claro que habría que llevarlo a un punto de liberación total comparable a esos momentos de epifanía en que comprendemos la magia de la existencia con sólo mirarla, básicamente volver a ser niños quitándonos la carga de la máscara (persona) adquirida. Porque este sinsentido liberador no se puede comparar a un sinsentido apático en donde como mi cabeza se cansó de dar vueltas en círculos (que es lo que la cabeza hace y para lo que es muy buena) y yo me identifico con mi mente pensadora, me abrumo a mí mismo en este sinsentido y me abandono a una existencia sin corazón, a un nihilismo depresivo. Como dicen tantas filosofías espirituales la identificación con nuestro pensamiento es nuestro sufrimiento, nuestro ego. Todo esto para aclarar que cuando hablo de sinsentido, hablo de sinsentido, o sea que si a ese sinsentido se llega con la mente pensadora no será tal (la mente esta para dar sentido, y muy bien que lo haga, gran herramienta, a no pelearse con ella), será un sinsentido debilitante, agobiante, depresivo, en tanto que si ese sinsentido es sinsentido real, no habrá pensamiento en medio, al menos no el tipo de pensamiento de la cabeza al que estamos acostumbrados (el que encasilla), habrá experiencia total, por eso el sinsentido es la experiencia total, por eso digo el sentido total y absoluto ya que estarás permeable con todos los sentidos que tienes a ella, todo tu ser disponible, ya no será fragmentada por una parte como la cabeza sino multiplicada y exponencialmente infinita. A la vez que digo esto me surge que esa infinitud en ese estado de experiencia total es una infinitud muy amalgamada y unida, en amor, en sintonía, en conexión. La hormiga busca una hojita sinsentido con mucha certeza, el pájaro salta con miedo sinsentido empujado por su madre para aprender a volar, ninguno sabe de sentidos, pero después de vislumbrado el hormiguero y visto el vuelo nosotros podemos otorgarle un sentido. Es bellísimo, es mágico y a la vez es irreal, el sentido fue otorgado por nuestra cabeza, por esto los hinduistas hablan de maya, la ilusión del mundo de los fenómenos, es decir que lo que consideramos existente es realmente irreal. No entremos en pánico, existe, pero no como nosotros lo percibimos, nuestra percepción no es más que una de las miles de millones de opciones de percepción del universo y si encima la acotamos a nuestra cabeza ni siquiera estamos permitiéndonos todo nuestro potencial de percepción. Otra vez esto puede destruirnos en el sinsentido de la cabeza o liberarnos en el sinsentido del corazón o la panza como dice el zen o el sinsentido mismo de la experiencia si no quieren utilizar ningún centro físico del cuerpo para situarlo, total todo esto son palabras y vamos a incurrir en darle sentido a pesar de toda esta linda cháchara, pues el sinsentido liberador se encuentra en el silencio; así que tengo que ir tranquilo para no enfadarme con el sentido pero tampoco tomarlo tan en serio. Así de bello es el zen, así de bella es la existencia, así de bello es el vacío. A reírme de mí mismo, a liberarme de giladas, a aceptar todas las giladas.

Al dejar de darle o buscarle un sentido a lo que ocurre, que sería lo mismo que intentar imponer un sentido a la existencia, la existencia misma nos pone enfrente el sentido necesario para cada experiencia. Ahora bien, este sentido debo tomarlo como un rayo que ilumina la noche oscura y como éste debe sólo durar un instante, si pretendo extender su existencia este sentido devenido en rayo me quemará y consumirá. Por eso, una vez iluminado un sentido debo volver a observar y apreciar la calma del sinsentido en la profunda oscuridad de la noche, pues ya sé que este sinsentido no es más que el sentido absoluto donde todos los sentidos habitan, nacen y mueren, el sentido que no tiene propósito más que ser. Nada puede ser más simple y liberador. Claro que para que así sea se debe lograr una mente vacía, una mente sin sentido, sino por el contrario la libertad y la simpleza de ser puede resultar aterradora, pero esto ocurre sólo por vivir en el sentido y contrasentido de las cosas. Una vez que vamos en busca de un sentido ulterior, encontraremos el sinsentido y en éste el sentido absoluto. Puede que esto suene insensato, pero lo es sólo en apariencia, igualito que el sentido.

De todo lo escrito estoy convencido porque mi convencimiento no me interesa en absoluto y si en algún momento puse un quizás fue sólo por fingir cobardía ya que en esta libertad no hay quizás que no esté rebosante de certeza ni cobardía que no sea una muestra absoluta de valentía.

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